Hace un rato asumió el nuevo presidente de la Argentina, ya se siente que todo es un poco peor.
Ya escuchamos a gente decir que "si le va bien al presidente nos va bien a todos", "al menos esta diciendo la verdad, aunque suene terrible" y "bueno, hay que poner el hombro"...
Me cuesta pensar en algo divertido, ingenioso o al menos tranquilizador que decir ahora, solo pienso en lo triste que es el mundo cuando colectivamente se adoptan las soluciones individuales, cuando las personas se resignan a aceptar ser variables en una ecuación.
"no hay plata":
Y... los que sabemos lo que es que no haya plata entendemos que cuando te dicen eso es que la vas a pasar muy mal, pero muy mal, se acabaron los problemas de "no hay ketchup en McDonalds" y vienen los de "no hay morfi". Tengo la fortuna de no haberme quedado nunca sin comer por falta de plata, pero vi esa bala pegar muy cerca varias veces... no podría jurar que mis viejos comieron todas las noches.
Todo el puto día angustiado, con esa sensación de gusto amargo en la boca, de pesadez en el cuerpo de aire espeso al respirar, queriendo de todo corazón estar equivocado, pero sintiendo en cada pedacito del cuerpo que, si hay error, es de subestimación del daño y no de exageración. Bueno, ahora a reinventarse, a pensar cómo seguir, a buscar esa pertenencia, ese grupo de contención y de protección. A buscar ese calorcito humano que nos devuelva la alegría.
Tengo cuarenta y siete años, esposa, hija, trabajo, techo... y me da vergüenza tener todo ese privilegio. Hoy creerse con estabilidad laboral ya es ser privilegiado, que mierda todo.
Tengo cuarenta y siete años, vi como una crisis se llevó puesto a mi viejo, escuche a una vecina decir "cuando le pongo la tele a la noche los chicos se divierten y se olvidan de que no cenaron", pensé, ingenuamente, que lo habíamos superado... nunca se supera, siempre está la caída a la vuelta de la esquina.
Por ahí, en estos cuarenta y siete años, esta es la primera vez que siento que estoy derrotado (en lo personal, en lo colectivo conservo mi fe en que "la organización vence al tiempo") y me angustio porque no está mi viejo para abrazarme y decirme que vamos a salir adelante.
Pero por eso, porque mi viejo no está, me voy a abrazar igual a él, a su recuerdo, a la música que compartíamos, a sus libros, y me voy a decir a mi mismo que todo va a estar bien, que hay que salir a buscarnos, a abrazarnos con otros, a reconstruirnos...
Al final, el corchazo será el que saquemos de una botella para juntarnos con dos o tres amigues para brindar por nosotres.
Comments
Post a Comment